miércoles, 7 de julio de 2010

PROCEDER





Un maestro enseñaba: "Dos árboles. El más hermoso era fuerte y frondoso, el otro solo raíces fuertes. El más hermoso tenía frutos y el color del brillo en sus hojas, el otro solo raíces fuertes.
El más hermoso recibía la primera lluvia y el primer rayo del sol, el otro solo tenía raíces fuertes. Al más hermoso le acompañaban las mejores aves y su canto, al otro solo la fuerza de sus raíces.
Cuando vino el huracán el otro sólo tenía la fuerza de sus raíces.
No preguntes lo que le pasó al primero".

Cada vez vemos con asombro que nos ocupamos de las formas y nos volvemos complejos en la sencillez de la vida.
Nos acostumbramos a interpretar la supuesta realidad de lo que vemos y cerramos los ojos a lo que de verdad pre-sentimos. Nos olvidamos de "pre-sentir" y nos dejamos influenciar por reglas que creamos y que muchas veces los demás no cumplen y a veces ni siquiera nosotros.
¿Pero que hay de nosotros? Será que los demás esperan más de nosotros y también los hemos decepcionado?

Creemos nuestra imagen con el ejemplo. Sólo así nadie podrá anteponer juicio sobre lo que ya hemos hecho, sobre lo que acostumbramos hacer y sobre lo que sabemos no debemos hacer.
Acerca de los demás, quizás estén enfrentando su situación como el primer árbol...