martes, 8 de diciembre de 2009

EL ESPIRITU DE LA NAVIDAD II






Danzar la vida.

¡Que de todas maneras lo que hagas, pienses y digas, lo puedas hacer o pensar de todo corazón!
¿De dónde nace tu música?
No es lo que tú digas, ni siquiera lo que tú oras, sino cómo lo haces, desde dónde puedes hablar u orar. Podrías decir “Padre Nuestro…” repetidamente todos los días desde los labios y no pasaría nada.
Podrías decir el “Om” día y noche, todos los días, pero si no lo dijeras desde la conciencia de ti, desde tu centro, desde lo que arde en tu corazón, desde lo que se recrea en tu interior, desde ese amor profundo, que puede estar brotando de tu ser interior, el “mantram” o la oración no tendrían sentido.

Cuando nos comunicamos, que no nos importen tanto las palabras. Puedes decir “amor” de muchas maneras, pero dilo de todas maneras.
¡Que de todas maneras sea el amor lo que marque tu relación!
¡Que de todas maneras lo que hagas, pienses y digas, lo puedas hacer o pensar de todo corazón!
¡Que hagas el amor, que acaricies, que hagas un poema, que calles, que hables siempre con amor, porque si no pierde todo sentido!

Cuando hay amor se llena de música tu vida y el vivir se convierte en una danza.


¡Que dances es lo importante! ¡Danza tu tristeza o tu alegría, que las dos son sólo otros nombres del amor!
La vida es música y puedes danzarla, disfrutarla como el danzarín disfruta su danza. Hay una danza interior y un ritmo interior. Una música de amor está siempre brotando del centro, ese lugar donde emerges al quinto Reino, el Reino del alma.